Una boda en El Bierzo
Hoy os contamos cómo fue nuestra escapada a Ponferrada (León) el pasado mes de julio para el montaje de una boda en El Bierzo. A y J son una pareja entrañable con su pequeña de unos meses, para la que celebrarían también su bautizo. La ceremonia se celebró en la Basílica Nuestra Señora de la Encina y el banquete en el Restaurante Azul Montearenas.
La verdad es que la conexión y feeling que nos dieron estos novios fue máxima y la confianza que depositaron en nosotras completa desde el momento que nos conocimos. Estilo libre en el diseño. Salvo un par de pautas que nos dieron en el ambiente a crear, dejaron totalmente en nuestras manos toda la decoración de su boda. Buscaban la mezcla de colores, que apareciesen los tonos azules, algo rústico desenfadado, vivo y alegre.
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Llegamos a Ponferrada el viernes, víspera de la boda. Esta vez íbamos cargadas hasta no poder más, y es que la verdad que la cantidad de flores que pusimos en esta boda superaba lo habitual. Y ya el mismo viernes comenzamos el montaje de la decoración de la boda con todo aquello que pudiese quedar preparado. Un carrito con paipáis, protege-tacones y tabaco para el momento del cóctel. El seating plan a base de cajas de madera con musgo y bolitas de craspedia amarilla como soporte para las etiquetas con los nombres de los invitados. Unas cuantas decenas de jarrones y tarros con velas y papel de seda de colores para crear un romántico ambiente nocturno. Y terminamos la jornada con todo programado y listo para dedicar el sábado a los detalles más delicados y de exterior.
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Desde primera hora de la mañana fue cambiando la vista del jardín, sumándose a las magníficas vistas de El Bierzo ramilletes de flores silvestres colgando de las pérgolas y lámparas de papel. La atmósfera se iba completando junto a la impresionante vista de las montañas. ¡Un lujo trabajar con ese paisaje de fondo!
También el sábado fue momento de dedicar nuestro cariño y esfuerzo al trabajo floral. Incluimos detalles florales campestres en los centros de mesa y empaquetamos con el máximo cuidado el ramo de novia y las flores para el peinado, los prendidos del novio y padrino, y flores para decorar el coche. La ceremonia fue el único espacio basado únicamente en colores blancos y verdes con detalles de madera y tela de saco. En el restaurante, el equipo de La Tarara se encargó de dar rienda suelta a toda la carta de color que elaboramos para esta boda.
Se iba acercando la hora de recibir a los invitados, así que dimos los últimos retoques al photocall compuesto por un “love” en neón azul y pompones de papel. Ubicamos el candybar en el exterior del jardín, bien protegido hasta la noche. Colgamos de un particular tendedero cientos de fotos de todos los invitados y familiares a los que A y J querían recordar en un día tan especial. Y por último…situamos la pizarra personalizada de bienvenida en su lugar.
Fue entonces, poco antes de la llegada de todos los asistentes cuando comenzó a llover….¡cosas del directo! Así que activamos el plan B para proteger gran parte de la decoración. Eso supuso no poder dedicar tanto tiempo como siempre hacemos a tomar fotos al detalle de cada una de nuestras elaboraciones tras el montaje.
Por suerte, tras un ratito, escampó y todo pudo volver al plan previsto. Aunque nos quedamos con la pena de no poder mostraros nuestro trabajo en todo su esplendor, nos alegramos de que todos pudieran disfrutar del jardín y el buen tiempo.
Satisfechas por el trabajo y con el agradecimiento de los novios por todo el esfuerzo realizado, el domingo tocó recoger y poner rumbo de vuelta a casa.
Gracias al fotógrafo de la boda, Álvaro Sancha podemos mostraros la esencia de aquel día y un vistazo general de toda la decoración.