Una boda en el Nueva York de los años 20
Con la boda de María y Óscar dimos un salto de época de casi un siglo hacia atrás y convertimos el Hotel Avenida Palace en una gran sala de fiesta inspirada en la novela y películas del Gran Gatsby. Allí, fue fácil imaginar el sonido del descorche de las botellas de champán, el jazz provocador y las fiestas glamurosas y legendarias de los años en los que Nueva York bebía a escondidas.


Se adivinaba una boda llena de contrastes. La ceremonia se hizo en la iglesia Santa Anna de Barcelona , el reportaje fotográfico en el Raval y la celebración fue en el Hotel Avenida Palace de Barcelona. Encargaron a La Tarara todo el proyecto decorativo del Hotel.
Este Hotel nació en 1952 y tiene un carácter muy elegante y señorial. Vive entre el clasicismo de la época y la modernidad de hoy día y tiene una decoración barroca bastante ornamentada. Su fachada nos recordaba a muchos de los clásicos hoteles neoyorquinos y este fue el primer foco de inspiración. Lo segundo era ponerlo en un contexto temporal adecuado y ahí estaban: los felices años 20 de la Gran Manzana. Por tanto nuestro concepto tendría que adaptarse muy bien a este entorno y no todo podría funcionar. A esta pareja de novios les gustaba todo aquello antiguo y vintage y son amantes incondicionales de la música en general.

Buscamos el glamour y el espíritu de la clásica novela El Gran Gatsby de Fitzgerald, y vimos un par de veces la reciente película de Baz Luhrmann que interpreta como protagonista Leonardo DiCaprio. A partir de aquí, todo fluyó como el agua.
Collares de perlas, diamantes, plumas de avestruz y pavo real, cortinas de espumillón y globos gigantes serían nuestros elementos decorativos. Blanco, negro, rosa oro y plata los colores elegidos.
Los novios estaban encantados y nos lo pasamos genial eligiendo cada detalle decorativo del evento. La transformación del espacio fue total. Fue un montaje que duró dos días y en el que estuvimos 4 personas trabajando. Un kilo y medio de confetti metalizado oro y plata repartido por mesas, suelos y escaleras le dio el toque final y luego todo empezó a brillar por sí solo.



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También hicimos unos meseros basados en el art decó y en el seating plan pusimos varias imágenes modernistas. Aparte, en cada mesa pusimos un menú musical de lo que sonaría durante la boda.
Detalles como el bodegón del cigar bar y del libro de firmas encajaban perfectamente bien con el Nueva York de los años 20.
Para todo el proyecto alquilamos varios objetos decorativos como jarrones, un abanico gigante, candelabros, cajones, unas garzas de metal, unos abanicos gigantes, cojines, unas esculturas de garzas, etc… y varios instrumentos musicales como un par de trompetas, un saxofon, un gramófono, etc…


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Para el photocall preparamos una estructura de madera de dos metros y medio y lo trabajamos todo con papel. La idea era hacer diamantas gigantes a partir de más de doscientos pliegues de papel metalizado oro, plata, negro y rosa para que las fotos saliesen destelleantes. Esto, claro está, junto con complementos de disfraces propios de la época fueron la guinda del pastel.
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Repartimos un pompero de jabón a cada invitado para dar el recibimiento que los novios merecían cuando entraron al salón. Como detalle de boda para los invitados decoramos mini botellas de cava con un gran lazo de organza atado al cuello y las colocamos estratégicamente en cajas de madera antiguas sobre una mesa de antigua.
El diseño gráfico fue un plus y a partir de la invitación diseñamos a juego el resto de la papelería de la boda: el cartel de bienvenida para la entrada, el del cigar bar, el del libro de firmas, las etiquetas de los pomperos de jabón y las de las mini botellas de cava. Todo respiraba la misma armonía.


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Fotografía: Nice Tales Photography y La Tarara